sábado, 12 de diciembre de 2009

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domingo, 15 de noviembre de 2009

http://www.myspace.com/amdeu

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¿Qué es el perdón y por qué lo necesitamos?

¿Qué es el perdón y por qué lo necesitamos?La palabra “perdonar” significa hacer borrón y cuenta nueva, perdonar, cancelar una deuda. Cuando somos injustos con alguien, buscamos su perdón a fin de restituir la relación. El perdón no es otorgado debido a que la persona merezca ser perdonada. Nadie merece ser perdonado. El perdón es un acto de amor, misericordia y gracia. El perdón es una decisión de no guardar rencor a otra persona, pese a lo que le haya hecho.La Biblia nos dice que todos necesitamos el perdón de Dios. Todos hemos cometido pecado. Eclesiastés 7:20 declara, “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.” 1 Juan 1:8 dice, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.” Todo pecado es a la larga un acto de rebelión en contra de Dios (Salmos 51:4). Como resultado, necesitamos desesperadamente el perdón de Dios. Si nuestros pecados no son perdonados, pasaremos la eternidad sufriendo las consecuencias de nuestros pecados (Mateo 25:46; Juan 3:36).Perdón – ¿Cómo lo obtengo?Afortunadamente, Dios es tierno y compasivo. ¡Está ansioso de perdonar nuestros pecados! 2 Pedro 3:9 nos dice que Dios es, “...paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Dios desea perdonarnos, de manera que ha hecho provisión para nuestro perdón.El único castigo justo por nuestros pecados es la muerte. La primera parte de Romanos 6:23 declara, “Porque la paga del pecado es muerte...” La muerte eterna es lo que hemos ganado por nuestros pecados. Dios, en Su plan perfecto, se hizo hombre, en la persona de Jesucristo (Juan 1:1, 14). Jesús murió en la cruz, llevando la penalidad que merecíamos – la muerte. 2 Corintios 5:21 nos enseña, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” ¡Jesús murió en la cruz, llevando el castigo que merecíamos! Siendo Dios, la muerte de Jesús proveyó el perdón por los pecados del mundo entero. 1 Juan 2:2 proclama, “El es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Jesús resucitó, proclamando Su victoria sobre el pecado y la muerte (1 Corintios 15:1-28). Gloria a Dios, que a través de la muerte y resurrección de Jesucristo, la segunda parte de Romanos 6:23 es verdad, “...mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”¿Quiere usted tener sus pecados perdonados? ¿Tiene un persistente sentido de culpa que no parece desaparecer? El perdón de sus pecados está disponible si usted pone su fe en Jesucristo como su Salvador. Efesios 1:7 dice, “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.” Jesús pagó la deuda por nosotros para que pudiéramos ser perdonados. Todo lo que usted tiene que hacer es pedirle a Dios que le perdone a través de Jesús. Si usted cree que Jesús murió para pagar por su perdón entonces ¡El lo perdonará! Juan 3:16-17 contieneN este maravilloso mensaje, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”Perdón - ¿Es en realidad así de fácil?¡Sí, es así de fácil! Usted no puede ganar el perdón de Dios. No puede pagar a Dios por su perdón. Usted sólo puede recibirlo por la fe, por medio de la gracia y misericordia de Dios. Si usted desea aceptar a Jesucristo como su Salvador y recibir el perdón de Dios, aquí está una oración que usted puede hacer. Hacer esta oración o cualquier otra, no va a salvarlo. Es solamente el confiar en Jesucristo lo que le puede librar del pecado. Esta oración es simplemente una manera de expresar a Dios su fe en Él, y agradecerle por proveerle su perdón. “Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que a través de la fe en Él yo pueda ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Ti para la salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y perdón! En nombre de Jesús, ¡Amén!”

martes, 20 de octubre de 2009

DONDE LOS PREDICADORES

DONDE LOS PREDICADORES

Id y predicad el evangelio a toda criatura; Marcos 16,16.
Oh Dios mío, cuando no es mi llanto el clamor que desde el cielo ha de darse a los hombres. Oh Dios mío cuando en mi seriedad no es el gemir y quebranto el predicar a los perdidos las buenas nuevas de evangelio.
Estudios maravillosos de la biblia tan necesitados para predicadores de calles y callejones, plazas y subterráneas, donde la pasión por quien no conoce a Jesús ha de ser dada y expuesta. Con la sinceridad que un desconocido, detectará sólo si el Espíritu Santo es quien le aborda, porque es usado el hombre o la mujer para transmitir ese poder de Dios, con el arrepentimiento que la semilla del evangelio, llevará a su corazón.
Y porque la Palabra de Dios, es viva y eficaz y más cortante que una espada de dos filos, y a la vez es virtud y poder de Dios, hagámosla correr. Como los ríos de agua viva.
Que el caminar diario te tenga en tensión sabiendo de la posición del que no conoce por convertido las Sagradas escrituras, y si las conoce como texto doctrinal, que sepa que le han de ser de pentecostés, de compromiso, de salvación.
Dónde el fuego del Espíritu Santo, que en estos tiempos debe fluir en los templos para que le nuevo futuro de los jóvenes salvos haga resplandecer como una nueva criatura, santa y apostólica.
Son tiempos de celo apostólico, sí, del expansivo proyecto de la fe, con hombres y mujeres capaces, por quien todo lo puede, el que dice, " y no te he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios".
El pentecostés no puede ser callado, no es tiempo de callar, de temor al qué dirán en la comunidad si tu decidido sentir y manifestar es el de obedecer al mismísimo Espíritu Santo. Es tiempo del despertar, donde voces autónomas, porque son dirigidas inclinarán sus rodillas. Como en los tiempos predichos por el profeta Joel, que en los últimos tiempos...
-Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.
Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.-
Ahora nos preguntaremos si es que no has perdido el primer amor, si tú al ser joven tuviste pruebas evidentes en tu vida espiritual o ahora de mayor, por atrevido hombre de fe, expones tus más sagradas experiencias como regalo de Dios.
Hablo de la manifestación más exacta y pentecostal, por bíblica y evangélica. Incluso sabiendo que el miembro de tu congregación que está a tu lado parece ser diferente en la textura de su conversión. Entendámonos, y exijamos en materia de fe, el ser respetados y no despreciados, porque quienes no dicen creer al cien por cien las verdades de la Biblia, aún siendo miembros ministerialmente correctos.
En el poder de Dios no se es elegido democráticamente sino celestialmente. El suyo es un reino de virtudes, y los escalafones son bendición y prosperidad, y en santidad está el crecimiento que has de tener, con los llamados frutos del Espíritu.
Es tiempo de decidir que tu postura es evangélica, y de saber como decía Pablo, "yo sé en quien he creído".
Estamos siendo llamados como en parábola de las diez vírgenes, a mantener la santidad, en una evolución más que progresiva. Y porque el amor de muchos se está enfriando, seamos los santos, valientes en predicar y en no callar.
Utilicemos la terminología bíblica, que cumpliéndose no podemos olvidar. Posicionemosnos con los santos, con los que oran de rodillas, con los que predican por calles y plazas, y hablan nuevas lenguas. Alelgremosnos por los que no callan viendo el mundanalismo en las congregaciones, y hacen de profetas y atalayas.
Id y predicad el evangelio a toda criatura; Marcos 16,16.
Oh Dios mío, cuando no es mi llanto el clamor que desde el cielo ha de darse a los hombres. Oh Dios mío cuando en mi seriedad no es el gemir y quebranto el predicar a los perdidos las buenas nuevas de evangelio.

Antonio Martinez de Ubeda